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jueves, 12 de noviembre de 2009

ADIÓS A LA NEGRA SOSA

Se ha ido para siempre, Mercedes Sosa, y es amarga la estela que deja su ausencia. Qué difícil es decir adiós a esta Embajadora inigualable de América latina. 

Adiós Negra, Mujer que llevaste al pueblo en tu torrencial e inconfundible capacidad sonora. No en vano, afirmaste en "Canción con todos" que sintiendo la piel de América corría en ti un río que liberaba su caudal en tu voz.

Lo que más admiré de ti fue que no te mantuviste indiferente ante tropelías, abusos e injusticias y con tus canciones llenas de compromiso nos mostraste la realidad de América, a veces muy cruenta. Por eso tus denuncias fueron molestas a los tiranos y conociste el exilio.

Pero no pudieron echarte al silencio, pues no hubo cadenas para acallar el pensamiento que se desataba por tus cuerdas vocales como trueno contundente y el tuyo, Negra, fue solidario con las personas que sufren, las oprimidas. Te equivocaste al decir que nunca pensaste en "cantar para vivir", cuando el canto ha sido casi la razón de tu existencia. Acuérdate de la declaración de Horacio cuando otrora cantabas: “Debe el canto ser luz sobre los campos, iluminando siempre a los de abajo”.

Acuérdate de “La Maza” de Silvio cuestionando sobre el sentido de vuestra labor, como yo aquí pregunto: ¿Qué sería tu voz, Negra, sin el canto?, ¿qué cosa fuera?. ¿Qué sería tu canto sin los ideales?. ¿Qué instrumento tu garganta sin la fe en la justicia, “en la razón del equilibrio”?. ¿Qué sería sin tu lucha? ¿Qué cosa fuera, Negra?, ¡Qué cosa fuera!.

Hoy las y los más olvidados, los humildes, “los descalzos” como tú decías, deben de sentirse un poco más arrinconados y desolados, lo mismo que aquellos que participamos de tus propias convicciones y hemos amado tu arte sin poder evitar que tu talento musical se nos filtrara por los poros y, a través de las venas, nos alcanzara el núcleo sensible.

Recuerdo con sentimiento agridulce que le diste “Gracias a la vida”, e incluso le agradeciste “...a la mano con puñal porque te mató tan mal para seguir cantando”. Ahora dudo de si la muerte te ha ganado el pulso, Negra. Pero quiero creer que convertida ya en un montoncito de la Tierra argentina, mañana crezcan sobre ti flores con savia libertaria como la otra, la Violeta del pueblo.

Aún con dolor, me gustaría decirte que ésta no es una despedida triste. Me gustaría creer que, llegado el buen tiempo y andando los caminos de mi pueblo al caer la tarde cuando se escucha el canto de las incansables cigarras, que una de ellas repique a ritmo de zamba. Pero entretanto, hasta que desaparezca de mí el luto por tu partida me conformaré con la aportación de tu legado. Haré acopio de canciones con tu sello, con las claves hacia un mundo más humano. Quisiera cantar alguna de tus tonadas, pero eso no podrá ser hasta que se suelte el nudo de mi garganta.

Desde la otra orilla, cuando todavía la emoción me embarga al saber que has vuelto al polvo, haciendo un esfuerzo por contener las lágrimas te mando un beso sentido, Negra, al igual que al resto de tu Tierra americana.

Con mi cariño y admiración. Hasta siempre, Mercedes Sosa.

Luis Ángel