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domingo, 3 de enero de 2010

AÑO NUEVO, FELICITACIONES NUEVAS

Desde los días previos al comienzo de la Navidad, he recibido, como la inmensa mayoría de la gente que me rodea, mensajes con fórmulas al uso que expresan deseos de felicidad para el recién estrenado año: “Feliz año nuevo”, “Que el nuevo año esté lleno de felices acontecimientos”, “Próspero año nuevo”, “venturoso año nuevo”. "Salud y Suerte para el año que comienza", etc.

Han sido tantos y en la misma línea, que mueven a creer que el 2010 es una lotería especial donde los premios los vas encontrando con el devenir de los días. Lo imagino como a un bombo particular con 365 bolas en su interior. Tanto así, que al arrancar la portada del calendario para poner a descubierto el mes de enero, éste más que nunca, me ha parecido algo similar a un cartón de bingo.

En esta tesitura, he vuelto a echar la vista atrás para saber cuándo la fortuna me ha sonreído con algún acontecimiento feliz en el pasado 2009 que ya hemos dejado, y que no ha estado exento de los mismos deseos transmitidos tan enfáticamente. Aunque reconozco que ha sido un año fructífero, sinceramente, así de repente, no he conseguido localizar ningún día especial que se caracterizara por esa felicidad que con tanta efusión se me deseaba.

Siguiendo con el balance de los afortunados acontecimientos y venturas que me han traído los felices años viejos, recuerdo una conversación con una compañera de inglés cuando trabajábamos el “superlativo”, y que poníamos en práctica contándonos el día más feliz de nuestra vida. Ella me dijo sin titubear que fue el día del nacimiento de su hija. Al principio yo no conseguía entenderla, imaginándola en el paritorio con los dolores propios del parto. quise creer que lo decía en sentido simbólico al tratarse de una persona muy especial para ella. Yo, por estar a la altura, le hubiera dicho que el día que nació mi madre, pero no hace falta que asegure que de ese día no recuerdo absolutamente nada. Al final, haciendo memoria, le dije con pleno convencimiento que "the happiest day of my life…" fue cuando, a los nueve años, de regreso a casa tras acabar la escuela, comprobé que estaban instalando la primera televisión que tuvo mi familia. La satisfacción que me produjo ese acontecimiento ni siquiera ha sido comparable al día que me supe en la lista de aprobados en mi primera oposición para trabajar en la Administración Pública. Ahora pienso que una de las razones de tanta felicidad se fundamenta en lo esperados que habían sido esos momentos. Por lo que comprendí la posición de mi compañera apostando por el nacimiento de su hija.

Casi todas mis ocasiones de gloria no han surgido como algo fortuito sino que han tenido un proceso hasta hacerse realidad. En el caso de la televisión, fue el producto de que mis hermanas y hermanos, y yo mismo estuvimos insistiendo a mi padre (la efigie y el ideario mismo del ahorro en la familia) que se oponía a la compra, para que asintiera en la demanda general. Finalmente abdicó en su puja por otras prioridades en la maltrecha economía familiar y, así, con una financiación de doce mensualidades, tuvimos nuestra primera televisión en blanco y negro.

En los momentos culminantes e intensos de mi vida no ha habido una consciencia de felicidad. Tal vez porque ya lo era, ni siquiera he tenido un propósito de ser feliz: algo así le debe ocurrir a Violín, el canario, que recibe contento cada amanecer. Por eso, la felicidad que tan vehementemente deseamos, y que a menudo confundimos con un estado de gracia, me ha parecido una quimera que poco tiene que ver con el día a día. Por el contrario, refiriéndome en la felicidad real, la de andar por casa, creo asegurar con certeza de que nosotros mismos tenemos una importante implicación, por lo que hay que trabajarla diaramente. Hay que ejercitarla como a la salud con buenas prácticas saludables. Hay que preparar la mente para que la prosperidad comience por una amplitud de miras, aprendiendo a saborear los deleites pasajeros que la vida nos brinda. En fin, la felicidad debe ser protegida poniendo un especial cuidado en las relaciones humanas.

De todo corazón, FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO.